A mediados del siglo XIX, en el momento de máxima fuerza y dominio de la civilización occidental, se produjeron las guerras del opio, en el contexto de la dominación que sobre la nación china tenía el Imperio Británico.
Lo cierto es que la primera civilización que utilizó los efectos deletéreos, y no solamente los medicamentosos o sagrados, del extracto hidroalcohólico del opio, rico en el alcaloide morfina, fue la clásica romana y, para ello, utilizaban la exudación, el látex, de una clase de amapola existente en Italia que se llama adormidera, Papaver somniferum.
La usaban para mezclarla con el vino, muy resinoso, que utilizaban; los romanos tenían una gastronomía tremendamente compleja y una cocina sofisticada pero sus gustos se alejaban de los nuestros.
En el siglo XIX, los ingleses desarrollaron una explotación masiva de plantaciones de amapola en la India con prohibición absoluta del consumo; toda la producción se dedicaba a la exportación a China a través de Hong Kong.
En el siglo XIX, los ingleses desarrollaron una explotación masiva de plantaciones de amapola en la India con prohibición absoluta del consumo; toda la producción se dedicaba a la exportación a China a través de Hong Kong.
Para el buen éxito del negocio, extendieron redes de fumaderos por la costa china que crearon los clientes necesarios, el consumo se extendió y el negocio creció. A mediados de siglo, los gobernantes chinos se dieron cuenta del problema e intentaron frenar la expansión de la afición, esto fue considerado por los británicos como casus belli y dio lugar a las guerras del opio con derrota china, por lo tanto el negocio continuó.
Hay que esperar a 1949 en que, tras el triunfo de la revolución china, Mao consiguió erradicar el consumo, ¿cómo?, condenando a muerte a toda la cadena de producción, incluido el consumidor final que se negaba a desintoxicarse.
Hay que esperar a 1949 en que, tras el triunfo de la revolución china, Mao consiguió erradicar el consumo, ¿cómo?, condenando a muerte a toda la cadena de producción, incluido el consumidor final que se negaba a desintoxicarse.
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