En una breve visita a Madrid, pude ir a ver una exposición sobre los tiempos de Alejandro Magno. Como he dicho aquí y aquí, era ese un mundo en el que los pueblos extendidos por toda la tierra eran muchos y diversos, probablemente más que ahora, ya que, aunque el número de los seres humanos era menor, los pueblos mestizos se forjaban en las fronteras creando innumerables culturas.
En el espacio de tiempo que hay entre los 15 y los 33 años en que murió, Alejandro conquistó un imperio continental con un territorio mayor que cualquier poder existente. Sin embargo, no se llegó a formar una unidad, los pueblos permanecían ajenos unos a otros y Alejandro con sus generales pacificaba los chispazos rebeldes que surgían aquí y allá.
La cultura griega trasladada por las huestes macedónicas se superponía a las de los muchos pueblos conquistados. Persas, partos, babilonios, escitas, egipcios, sirios, árabes y pueblos del norte de la India formaban una masa heterogénea unas veces civilizada, agrupada en grandes imperios, otras veces semisalvaje y bárbara.
A la muerte de Alejandro, se constituyeron los llamados reinos helenísticos gobernados por los diádocos, es decir los generales de Alejandro. Estos reinos eran espacios políticos y militares pero, en muchos casos, no económicos, es decir no eran economías de escala. Quizá ésta es la razón de que no perduraran.
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