4 nov 2010

Destino manifiesto

En la época de máximo poder, prestigio y riqueza de Occidente, surgieron estos tres hombres que representan el momento histórico (de la misma forma que he elegido estos podría haber puesto otros). Uno es un político, el otro es un escritor prestigioso, pero no cualquiera, es el escritor del Imperio Británico y de la carga del hombre blanco, y el otro es un empresario.

















La doctrina Monroe, sintetizada en la frase "América para los americanos", fue elaborada por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe en el año 1823, y anunciada el 2 de diciembre del mismo año. Esta doctrina fue dirigida principalmente a las potencias europeas con la intención de informar de que los Estados Unidos no tolerarían ninguna interferencia o intromisión de las potencias europeas en América.















La doctrina del "Destino Manifiesto" (en inglés, Manifest Destiny) es una frase e idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América (EE. UU.) están destinados a expandirse, desde las costas del Atlántico al Pacífico, esto es también usado por sus partidarios para justificar la expulsión de las potencias europeas o para justificar otras adquisiciones territoriales.









Los partidarios del "Destino Manifiesto" creen que la expansión no sólo es buena sino también obvia (manifiesta) y certera (destino). Se le puede comparar con la teoría del "Lebensraum" que impulsaban los nazis para justificar su expansión hacia el este de Europa y Asia Central.

















Kim es el diminutivo de Kimball O´Hara, el hijo de una madre inglesa que murió durante el parto y de un padre irlandés, caído al servicio de Su Graciosa Majestad. Crecido en las calles de Lahore con una piel tan oscura que pocos podrían considerarlo blanco, el joven Kim se convierte en el chela de un monje tibetano que busca un río sagrado, el santo río de la Flecha.


















Esta entretenida obra de Rudyard Kipling destaca no solamente por poner de manifiesto la carga del hombre blanco, sino también por evidenciar una notable simpatía hacia otras razas y creencias.





"If—
If you can keep your head when all about you Are losing theirs and blaming it on you; If you can trust yourself when all men doubt you, But make allowance for their doubting too; If you can wait and not be tired by waiting, Or, being lied about, don't deal in lies, Or, being hated, don't give way to hating, And yet don't look too good, nor talk too wise; If you can dream—and not make dreams your master; If you can think—and not make thoughts your aim; If you can meet with triumph and disaster And treat those two imposters just the same; If you can bear to hear the truth you've spoken Twisted by knaves to make a trap for fools, Or watch the things you gave your life to broken, And stoop and build 'em up with wornout tools; If you can make one heap of all your winnings And risk it on one turn of pitch-and-toss, And lose, and start again at your beginnings And never breathe a word about your loss; If you can force your heart and nerve and sinew To serve your turn long after they are gone, And so hold on when there is nothing in you Except the Will which says to them: "Hold on"; If you can talk with crowds and keep your virtue, Or walk with kings—nor lose the common touch; If neither foes nor loving friends can hurt you; If all men count with you, but none too much; If you can fill the unforgiving minuteWith sixty seconds' worth of distance run Yours is the Earth and everything that's in it, And—which is more—you'll be a Man my son!"






"Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en tí mismo una fe que te niegan, y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera; si engañado, no engañas, si no buscas más odio, que el odio que te tengan...
Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres; si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.



Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo; si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la Verdad que has hablado, a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida, aunque esta obra sea la de toda tu vida.



Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría tus ganancias de siempre a la suerte de un día; y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea, sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan, aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga, y se agarren contigo cuando no quede nada porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.



Si hablas con el pueblo, y guardas tu virtud.
Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto, de sesenta segundos que te lleven al cielo...



Todo lo de esta tierra será de tu dominio, y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío."















Cecil Rhodes tenía una concepción mística del imperialismo. Se debe en gran parte a él la concepción del eje El Cabo-El Cairo, que durante mucho tiempo inspiró la política colonial británica y que acabó haciéndose realidad a costa de las aspiraciones portuguesas, francesas y alemanas en África.












Rhodes utilizó su riqueza y la de su socio de negocios Alfred Beit, y otros inversores, para seguir su sueño de crear un Imperio Británico, en los nuevos territorios hacia el norte, por la obtención de las concesiones minerales de los más poderosos jefes.





La ventaja competitiva de Rhodes sobre otras empresas de prospección de minerales era su combinación de la riqueza y el "factor imperial".






Estos tres hombres representan el momento álgido de Occidente, el momento de las certezas y del triunfo. ¡Qué lejos queda esto de nuestra época!

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