Los que trabajamos en la Administración estamos hasta más arriba de la coronilla de que nuestros dirigentes intenten imponernos la famosa retribución por objetivos que es una cantinela que se repite cuando la crisis económica devuelve a nuestros sueldos algo de valor, nadie se acordaba de nosotros cuando el sector privado se forraba como ya comenté aquí.
Cuando hablan de esto, todos los políticos se muestran encantados pero si se profundiza un poco vemos que de lo dicho no hay nada. Porque, ¿qué forma implantarán de valorizar el trabajo del funcionario? Pensemos en un inspector de aviones que inventa un modo de relacionar la cabina de vuelo de los aviones comerciales para impedir que entren los posibles secuestradores del avión; el método se pone en marcha y entra en vigor el 10 de septiembre de 2001, resultado el 11S no se produce gracias a la acción administrativa, pero nadie se lo agradecerá al funcionario porque no se ha producido la calamidad costosa.
La base de la acción administrativa debe ser la responsabilidad, la aplicación de la Ley evitando los riesgos, según el buen saber y entender del funcionario. Por otro lado, los políticos se han puesto al margen de la responsabilidad directa de la Ley por su acción administrativa; la responsabilidad sería directa de la Administración que luego actuaría contra el funcionario, y es necesario que se conviertan en responsables directos de su acción, siendo la Administración subsidiaria, ya veríamos cuantas catástrofes e injusticias se evitaban.
La contabilidad de las empresas tiene la representación real de los objetivos del trabajo de la empresa, es decir ganar dinero, todo lo demás es secundario; claro, esto permite valorizar adecuadamente el trabajo de los empleados en dinero, pero cuando se entra en instituciones con otros fines por ejemplo: cajas de ahorros, fundaciones, sociedades anónimas deportivas, clubes, asociaciones (hasta el nivel de grupo de amigos que deciden realizar alguna actividad), observamos que el fin de la acción ya no es ganar dinero y la valorización del desempeño empresarial será más difícil.
El escritor austríaco Von Mises describió a la perfección la diferencia entre acción empresarial y burocrática en su obra "Burocracia", en donde dice que muchos consideran la acción burocrática como un mal, pero no se refieren a la burocracia en cuanto tal, sino a la expansión de la esfera en que se aplica la gestión burocrática. Existe un campo, el del manejo del aparato de gobierno, en el que los métodos burocráticos son imprescindibles.
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