Acabo de volver a ver la magnífica película de Oliver Stone JFK. La película, prodigio de montaje, es un análisis intensivo del magnicidio que eliminó al presidente Kennedy en 1963.
"JFK" es la cámara hecha bisturí. Un bisturí impúdico, enérgico, reiterativo pero no redundante, valiente... así, el acercamiento de Stone al magnicidio se aproxima al que se realizaría en una autopsia, mostrando, con ese amor por el detalle que tiene toda la película, la conspiración en torno a este hecho en el que el autor fija una frontera que quiebra al país (comenzaría después la pesadilla de Vietnam, en la que Stone participa).
Esa conspiración ayuda a Stone a fijar la intriga que contiene la película, y que logra atraparnos desde el primer fotograma, acompañado por los sones de un John Williams más inspirado que nunca. Pero es aquí donde Stone muestra toda su genialidad, pues en su intención de querer hacernos testigos, el director opta por romper los códigos de este género y acercarse con un brío enorme (el montaje es frenético, abundan los planos de cámara en mano como si estuvieran recogidos "en vivo", el paso del color al b/n) a las orillas del documental, haciendo un drama que con tintes biográficos (muestra la odisea de J. Garrison, el único fiscal que presentó cargos por este asesinato), se convierte en un incómodo documento histórico.
Es en la mezcolanza de estos dos registros (el puramente documental con la utilización de archivos históricos por un lado, y la reconstrucción especulativa que realiza en base a las investigaciones de Garrison, por otro) donde la película alcanza su cenit.
La media hora final, donde K. Costner muestra (“demuestra”) su teoría son realmente magistrales. Pero todo está a esta altura. El reparto (¡hasta Costner está bien, lo que es mucho decir!) es espectacular, con un G. Oldman espléndido (parece un clon), un J. Pesci igual de histriónico que siempre, pero tan impecable como cuando trabaja con Scorsese, un T.L. Jones tan magistral como siempre, y así con el resto del elenco (sale J. Lemmon y D. Sutherland dejándonos con la miel en los labios de lo soberbios que están).
Es una película con tanta fuerza, que el único "pero" hay que situarlo en las caídas que se producen cuando Stone muestra la vida cotidiana de Garrison. "JFK" es una obra maestra escalofriante.
La media hora final, donde K. Costner muestra (“demuestra”) su teoría son realmente magistrales. Pero todo está a esta altura. El reparto (¡hasta Costner está bien, lo que es mucho decir!) es espectacular, con un G. Oldman espléndido (parece un clon), un J. Pesci igual de histriónico que siempre, pero tan impecable como cuando trabaja con Scorsese, un T.L. Jones tan magistral como siempre, y así con el resto del elenco (sale J. Lemmon y D. Sutherland dejándonos con la miel en los labios de lo soberbios que están).
Es una película con tanta fuerza, que el único "pero" hay que situarlo en las caídas que se producen cuando Stone muestra la vida cotidiana de Garrison. "JFK" es una obra maestra escalofriante.
La tesis del autor, que en todo momento nos dice que esto es una película inspirada en un libro y no un documental histórico, es un alegato contra los defectos de la investigación del crimen, y el guión, por otro lado soberbio, sólo tiene alguna pequeña incoherencia que nos indica la existencia de mucho más metraje que el que se exhibe.
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